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Tipos de procrastinación

Procrastinar es definido como la actitud de reemplazar algunas de nuestras responsabilidades por otras actividades que nos agradan más, pero que son menos relevantes. A veces, podemos caer en obsesiones como la de mirar frecuentemente las redes sociales o estar enganchado a la televisión.

Es por ello, que no todos los tipos de procrastinación tienen las mismas consecuencias algunas de ellas pueden ser:

La persona termina viviendo en picos de estrés constantes que ponen en peligro su equilibrio emocional.

Perjudicando, sin querer y de manera indirecta, a su entorno.

Podría derivar en un desequilibrio que afectará a todas las facetas de la vida, más allá de la profesional.

En algunos casos puede ser muy positiva, cuando entre propósito y acción se produce una idea brillante.

“Procrastinador Perfeccionista”. Por exceso de perfeccionismo.

Son personas exhaustivas y muy detallistas.

Muchos de sus proyectos los terminan a la carrera. 

En lugar de evitar errores, los cometen en exceso.

Se genera un círculo vicioso.

Logran justo lo que se quiere evitar, el ser avergonzado si algo no está bien.

“Procrastinador Miedoso”. Por miedo al éxito, al fracaso, al conflicto, a ser juzgado, o a lo desconocido.

Tienen sentimientos de incompetencia o de preocupación excesiva y pueden padecer estrés o ansiedad.

Presentan temor a ser juzgados o avergonzados.

Personas inseguras, con falta de recursos o herramientas, carecen de confianza y por lo general con escasas habilidades de afrontamiento.

Personas autocríticas y con baja autoestima o con expectativas inalcanzables.

En lugar de evitar errores, los cometen en exceso.

Se genera un círculo vicioso.

Logran justo lo que quieren evitar.

“Procrastinador Desmotivado”. Por sentimientos de frustración o aburrimiento.

Posponen sus tareas al enfrentarse a un trabajo que les resulta desagradable o aburrido.

Sienten falta de motivación.

En empleos que se vuelven repetitivos.

El trabajador no recibe feedback sobre su trabajo.

“Procrastinador insatisfecho”. Por insatisfacción con el trabajo, las relaciones, los estudios o la vida en general.

Se da en entornos con perfiles de difícil complacencia.

La persona, por miedo a ser tachada como incompetente, acapara exceso de trabajo.

Buscan reafirmar su responsabilidad.

Esta actitud puede acabar en indefensión aprendida y depresión.

“Procrastinador Abrumado”. Por exceso de trabajo o por falta de planificación.

La persona acumula demasiadas tareas y no sabe por dónde empezar.

Puede desembocar en un bloqueo mental que le impida comenzar el trabajo.

El estar abrumado por la cantidad de tareas puede ser una decisión personal, o también por parte de un jefe.

“Procrastinador Confiado”. Por exceso de confianza.

Personas que consideran que trabajan bien cuando están bajo presión.

Posponen sus tareas hasta que se encuentran en el límite de tiempo.

Las personas con este perfil, si logran buenos resultados, tienden a repetir esta actitud.

Después, aprovechan la descarga de adrenalina que les da el pico de ansiedad de verse contra las cuerdas y se ponen en marcha.

En muchas ocasiones llegan, pero en otras muchas no lo hacen.

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